Nada Facil
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“Alemania ha declarado la guerra a Rusia. – Tarde, escuela de natación”, dijo Franz Kafka alguna vez a los inicios del siglo XX. En una época no solo difícil para el autor, sino para todo el mundo (iniciaba la primera Guerra Mundial), Kafka lograba encontrar alejarse de sus problemas personales nadando en el río Moldova.

Kafka tenía claro que el nadar, genera una “metamorfosis” existencial y clarividente – por razones que aún no entiendo, uno nunca es el mismo después de nadar: uno sale tranquilo y con la cabeza clara. Estoy seguro que hay un punto de cada sesión de natación, en que se deja de hacer deporte y se comienza hacer filosofía. No es un proceso consciente; en la mayoría de los casos no escogemos en que queremos pensar, sino más bien es una purga de pensamientos aleatorios que vamos liberando con cada exhalación; es un proceso guiado por la monotonía de los incesantes movimientos de nuestras extremidades, y por una respiración consciente que cada vez es más presente.

¿A qué va todo esto?

Siempre he sido un hombre de ciencia que despreciaba a la filosofía – nunca le encontré razón a la formulación de preguntas inoficiosas que no tenían respuesta. Sin embargo, en el último año, logré entender su importancia tanto en la vida fuera del agua, como dentro de ella. Entendí la importancia de las pregunta sin respuesta.

Desde pequeño siempre he tenido una fascinación por la natación. Nadar para mí siempre ha sido una experiencia inigualable; siempre me hace sentir como si estuviera viajando en un mundo extraterrestre; me permite sentir, ver y oír el mundo de otra manera, y a la larga creo que la filosofía hace lo mismo.

natación

[clickToTweet tweet=”‘Más conocimiento menos ego, menos conocimiento más ego…’ ” quote=”‘Más conocimiento menos ego, menos conocimiento más ego…’ “]Tengo claro que el éxito, ya sea en la natación o no, viene cuando uno deja el ego al lado. Cuando se logra ver los problemas desde varios puntos de vista, la solución llega sola. El ego tiene la gran capacidad de aferrarse a problemas pendejos, y hacerlos más grandes de lo que son.  Solo hay que ver la historia detrás del éxito de Phelps en las olimpiadas de Rio para darse cuenta. El ego es una cosa jodida de vencer, pero si uno mantiene la mente abierta, y se propone ver el mundo con otros ojos, las respuestas a las preguntas que buscas llegarán.

Si quieres leer más sobre el ego en la natación

Se que esto es más fácil dicho que hecho, así que he decidido crear para unas “Burbujas de filosofía” que van a tener como propósito mostrarte distintas maneras de enfocar críticamente el pensamiento, hallar las preguntas pertinentes y discernir si las respuestas que encontraste son válidas o no, verdaderas o falsas. Es una manera de vivir y ver el mundo de manera diferente.

Burbujas de Filosofía: Llamarse a sí mismo

Este ejercicio lo tome de un libro que me regalé de Navidad que se llama 101 experiencias de filosofía cotidiana de Roger-Pol Droit. Es disruptivo en el buen sentido de la palabra. Con este ejercicio y con los otros que iré adaptando se van a dar cuenta porque.

Como hacerlo:

En una serie larga (e.g 1000 m de crol, 5x 400 IM) vas a comenzar prestando detenida atención al silencio, sabiendo que dentro de poco vas hablar y oír. Mientras oyes el chapuceo de tus brazadas, el salpicar de tu patada, piensa que todos esos ruidos se van a apaciguar con la irrupción de una palabra.

Pronuncia tu nombre con cada exhalación. Articula y pronúncialo claro e insistentemente. No lo hagas en voz baja, trata de llamar la atención de los otros nadadores.

Al principio te vas a juzgar, te vas a sentir como un loco llamando a alguien que no va a contestar, a un vacío que ignora por completo tu llamado. No importa lo bien que pronuncies, no importa lo duro que grites, nadie te va a contestar. Continúa. La puerta sigue cerrada.

Poco a poco te vas dando cuenta que a la persona que llamas eres tu mismo. Primero sentirás el llamado confuso, como si la vaina no fuera contigo, luego te das cuenta que si, que es tu nombre. Aguanta. Instálate. camina por esa línea delgada que separa tu mundo interior de tu mundo exterior. Insiste. Repite. Sigue llamando docenas de veces más.

Contesta.

Ahora te sientes doble. Eres la persona que llama y no sabes a quien; y eres la persona que escucha pero no sabe de donde. No sabes si estas aquí o estas allá. “Sabes que tú y tú son uno solo, pero ya no lo experimentas de forma plena, evidente. El que llama es el mismo y no es el mismo que el que es llamado.”

Hay que sentir lo insólito que lleva ese nombre con el que cargamos, con el que portamos todos los días, y con el que volteamos cada vez que lo escuchamos. Practícalo en esos momentos donde no te sientes tu. Donde la rabia, tristeza o soberbia te han alejado de ti mismo. Llámate que no estas lejos y contesta, “¡Si, si! ¡Ya voy!”

 

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1 comment on “La Metamorfosis de la Natación: De Deporte a Filosofía

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